Todos necesitamos pulsar el botón “reset” de vez en cuando, poner un punto y final y volver a empezar de cero. Sin duda, el 1 de enero es el mejor momento, o eso dice el mundo que nos rodea. Los calendarios y las agendas anuales llegan a su fecha de caducidad y nos planteamos nuevos propósitos. Muchos de ellos no son realistas y otros nos hacen autoexigirnos demasiado, cuidándonos más bien poco. Nos dejamos de lado y nos alejamos de la realidad, priorizando bajar unos kilos de más a sentirnos bien y felices. ¿Cuándo asumiremos que todo empieza por estar bien desde dentro para poder vivir con lo que nos rodea?
Creo que estos dos años nos han enseñado mucho, aunque a algunos parece que más bien poco o nada… El 2021 ha sido un año raro que empezamos mal, pero con la fuerza y la esperanza de que todo mejoraría. Al final fue una montaña rusa de emociones, positivos, cuarentenas y test de antígenos que finalizó con unas Navidades atípicas y, si cabe, aún más que las anteriores. Un año en el que la salud mental parece que empieza a dejar de ser un tema tabú y en el que hemos normalizado el ir a terapia.
¿Qué le pido al 2022? Sinceramente, no soy creyente (excepto en el horóscopo, que me encanta saber qué le deparará a mi signo cada semana) y nunca he sido nada de pedir cosas a ninguna fuerza superior. Siempre me ha parecido muy egoísta. Qué voy a pedir yo cuando hay gente que de verdad tiene problemas y no problemitas… Si me tengo que mojar simplemente pediría salud para la gente que quiero. El resto de cosas vendrán solas y tendrán solución; estoy segura de ello.
Cojamos este principio de año con cariño, una sonrisa de oreja a oreja y muchas ganas de vivir el momento porque, como dice el dicho: “pasado pisado, presente de frente y futuro sin apuro”, quién sabe qué nos deparará