Últimamente me está costando ser constante y escribir el último domingo de cada mes (aún gracias que ser puntual fue uno de los numerosos propósitos que me marqué para este 2022), así que os dejo el texto que correspondería al mes de mayo:
Quiero un verano de cervezas, salitre y aftersun; de estirar la toalla perfectamente en la arena y acabar siempre cual croqueta; de decir: “¡Uy, el agua está helada! Hoy no me meto”. Y terminar saliendo con los labios morados; de planes con amigos improvisados en cinco minutos (los mejores); de puestas de sol con sudadera (indispensable en Galicia); de llevar siempre una chaquetita por si refresca; de “Me tomo una y me voy”. Y acabar llegando a casa a las tantas; de “Este finde hay orquesta en el pueblo de al lado”. Y acabar bailando todos juntos Paquito el Chocolatero; de conciertos en chiringuitos de playa en los que una voz, guitarra y mar son la mejor combinación; de decir :”Oye, ya tengo colorcito”. Y ponerte ese conjunto que sabes que te queda de muerte; de terminar el bote de aftersun y pensar: “Este verano, mínimo, uno más”. De tintos de verano con mucho hielo, por favor; de noches de furancho siempre con tortilla de patata, calamares y pimientos de padrón; de cafés con leche y hielo en terraza; de bajar las ventanillas del coche para enfriarlo cuando lo has dejado al sol; de llevarte la nevera con la comida a la playa; de salir de trabajar y que todavía sea de día; de que los amigos que viven fuera vuelvan a casa; de reencuentros de verano; de ir buscando la sombra por la calle (ser bombón tiene sus riesgos jaja); de hacer castillos en la arena con los hij@s de tus amig@s (nos hacemos mayores); de coger el barco que te lleva a las Islas Cíes; de brindar con Estrella Galicia; de muchos besos y abrazos de los de antes; de normalidad, por favor. No quiero más mascarillas, geles ni distancias de seguridad.
Verano, nos vemos en unos días.
Feliz domingo