Hace unas semanas, la Liga Europea de Natación (LEN) emitía un comunicado en el que anunciaba que el Campeonato de Europa de natación máster quedaba definitivamente cancelado. Previsto inicialmente para la primavera de 2020, se había pospuesto a mayo de 2021 en previsión de que la situación epidemiológica en esta fecha fuese más favorable, pero la realidad ha acabado imponiéndose a los deseos de organización y participantes.
El término máster nos evoca la palabra maestro, y maestro define a una persona que desempeña una ocupación, actividad, arte u oficio con especial desenvoltura, destreza y precisión. Alguien cuya dedicación y experiencia, forjada en años de trabajo, despierta interés y respeto a partes iguales.
Máster es también la palabra que se utiliza para catalogar a los/las deportistas veteranos/as en múltiples disciplinas. Estos deportistas máster se caracterizan porque a su edad habitualmente no se compite ya en los circuitos de máximo nivel y exigencia, en los que se lucha por medallas a nivel absoluto, por obtener una plaza en los juegos Olímpicos, por alcanzar europeos, mundiales, etc.
En nuestro mundo desarrollado la sociedad impone un ritmo frenético. No se disfruta el presente porque ya se piensa en el futuro. Las comunicaciones han implantado la inmediatez. La pantalla del teléfono nos abre un bazar internacional, sin desplazarnos si quiera del sofá y nuestros jóvenes crecen con el concepto de “aquí y ahora” y por encima de los 45 o 50 años caemos, o nos empujan, a una suerte de obsolescencia programada social, diluyendo nuestro talento y cabalgando hacia un retiro pseudoespiritual mientras contamos los años que restan para llegar a la (incierta) jubilación.
Cuando nos damos cuenta, tenemos a nuestra hija preguntándonos:
—¿Mamá, te puedes quedar con los niños este fin de semana?
Volvamos al comunicado de la Liga Europea de Natación. Resulta que el deporte federado para veteranos no es, ni de lejos, un fenómeno aislado o minoritario. De hecho, el principal escollo para la celebración del europeo en este contexto epidemiológico ha sido precisamente su carácter multitudinario. Se esperaba que miles de participantes de todas las edades llegasen a Budapest para competir en diferentes disciplinas – natación, aguas abiertas, waterpolo, sincronizada y salto- procedentes de toda Europa. Para hacernos una mínima idea, en la última edición (Europeo máster de 2016) disputada en las instalaciones acuáticas de los JJ.OO. de Londres 2012, más de 10.000 participantes estaban inscritos sólo para las pruebas de natación.
Este fenómeno, conocido en el mundillo como movimiento máster, envuelve a todas las disciplinas deportivas y, como digo, a todas las edades. A su amparo crecen circuitos de pádel, ciclismo, atletismo, natación, rugby…
Me gustaría dejar algunas reflexiones al respecto de este movimiento:
Más allá de la práctica deportiva de alto rendimiento, cada vez más profesionalizada y exigente, existe el deporte. Los deportistas que llegan al final de su carrera y deciden emprender otros caminos, pueden mantener una actividad saludable, seguir compitiendo a un nivel más relajado y compartir experiencias y sabiduría con compañeros y compañeras que, sin duda, los escucharan con respeto y atención.
Por otro lado, aquellos que llegan al deporte máster desde el ámbito aficionado, descubrirán un abanico inmenso de posibilidades: entrenamientos adaptados a la edad y a la condición física, trabajos de fuerza, elasticidad, velocidad y resistencia, técnica y táctica.
Pero lo más importante, lo que más se valora a cierta edad, es pertenecer a un equipo, con objetivos y dificultades comunes (compaginar trabajo, estudios, familia y deporte). El deporte en el seno de un grupo neutraliza la pereza y refuerza la autoestima y las ganas de superarse. Y esto es directamente proporcional a la edad: a más años, más pasión se pone.
Trasladar esos esfuerzos al ámbito de la competición aporta el aliciente definitivo para continuar. Árbitros y jueces, junto a las reglas del juego y la interactuación con otros competidores y competidoras ofrecen un ambiente de seriedad que invita a sentirse deportista profesional. El deporte máster se caracteriza también por un tercer tiempo en el que se comparten anécdotas, inquietudes, experiencias, cenas y comidas, y que actúa de argamasa de unión entre compañeros y rivales. Deporte y ocio, fórmula mágica de éxito quasi asegurado.
Tener un deportista máster en casa es un escaparate para las generaciones familiares. Si el padre, la madre, el abuelo y la abuela hacen deporte, es sencillo que los hijos, hijas, nietos y nietas crezcan con este ejemplo, presencien alguna competición y se interesen por las bondades del ejercicio. Por tanto, estaremos invirtiendo en la salud presente y futura de la familia, y por ende, de la sociedad.
Las marcas de ropa y complementos no pueden obviar este nicho de mercado. El movimiento máster es un reclamo publicitario de primer orden. Deportistas que en su amplia mayoría tienen un trabajo y pueden invertir en la adquisición de todo tipo de material para practicar su disciplina. Las redes sociales se hacen eco poco a poco de los logros que los deportistas de avanzada edad se proponen. Muchos de ellos además se consiguen, pero en cualquier caso, lo que se premia es la actitud, la valentía, el esfuerzo y el valor por proponer el reto y perseguirlo. El resultado no es lo principal. Así que, más pronto que tarde, los deportistas máster serán también embajadores de las marcas deportivas que visten a los grandes profesionales, porque si es fácil reconocerse en las estrellas mundiales, más fácil es aún reconocerse en tu vecino o tu compañera de trabajo, gente corriente con una vida como la tuya, que consigue hacer realidad distintos retos deportivos o simplemente que compagina con éxito el deporte con la vida familiar y laboral.
Por último, las ciudades deberían preocuparse por este tipo de competiciones. Algunas ya lo hacen. Albergar un campeonato de mayores o menores dimensiones reporta a cualquier ciudad beneficios en múltiples aspectos. Primero, en la imagen de marca. La asociación de ciudad y deporte implica la promoción de hábitos de vida saludable y el compromiso de sus autoridades por el impulso de la actividad física y el bienestar en general. Pontevedra, con la organización de duatlones y triatlones o Valencia y Castellón, con la organización de diversos campeonatos nacionales de natación y maratones en los últimos años, son un buen ejemplo de ciudades asociadas a eventos deportivos. No podemos olvidar que el movimiento máster, como he dicho, aúna deporte y ocio, y los competidores aprovechan para visitar la cuidad, sus hoteles, tiendas y establecimientos…y dejarán su dinero en ella. El turismo deportivo se contempla ya como un apartado importante dentro del turismo general, con la capacidad de dinamizar la economía allá donde va.
Retomemos la pregunta inicial de nuestra hija y, teniendo en cuenta las virtudes enumeradas, respondamos:
—Hija, este fin de semana no puedo, tengo competición.