Mércores, 11 Decembro de 2024

¿A quién le entrego mi plan de parto?

En las últimas décadas, el concepto de nacimiento ha sido objeto de controversia y debate. Este proceso, en el que han participado sociedades científicas, instituciones socio-sanitarias y población general ha posibilitado una transformación sustentada en múltiples iniciativas, estrategias y políticas sanitarias. Esta transformación es objeto de revisión continua y sigue manteniendo posiciones encontradas en la actualidad.

El origen

Avanzada ya la segunda mitad del siglo XX, España sufre un intenso proceso de industrialización en las grandes urbes, con movimientos migratorios de población que cambia el pueblo por la ciudad. Al amparo de estos cambios, se construyen nuevos hospitales, se desarrolla la Ley General de Sanidad y la asistencia sanitaria experimenta un fuerte desarrollo y una mejora evidente.

En poco tiempo se modifican costumbres y creencias y, de manera progresiva, tanto el control de la gestación como la atención en el nacimiento pasan a formar parte de la asistencia sanitaria en los centros hospitalarios. Esta medida condujo a un importante descenso de la morbi-mortalidad materna y neonatal –los nacimientos en el ámbito rural eran atendidos en el domicilio en condiciones ampliamente mejorables–. Sin embargo, esta indiscutible mejora tuvo su contrapartida en el hecho de que las mujeres comienzan a perder protagonismo y capacidad de opinar y decidir sobre aspectos relacionados con el proceso al tiempo que los profesionales sanitarios comienzan a dictar las normas, los tiempos y las prácticas.

El problema

No es hasta entrado el nuevo siglo, cuando comienzan a alzarse (cada vez más) voces en contra de estas prácticas clínicas que, implantadas con el objetivo de mejorar y proteger la salud materno-filial, continúan imperando hoy en día en muchas maternidades. De manera progresiva, el conocimiento basado en la evidencia se abre paso y va desplazando a las prácticas rutinarias, obligando a analizar y replantearse la actuación de los profesionales, así como el papel que se otorga a la embarazada, de acuerdo a los hechos demostrados y contrastables.

En este contexto, el ministerio de Sanidad recoge esta demanda social y comienza a trabajar con los grupos de profesionales relacionados con el seguimiento del embarazo, la atención al nacimiento y el cuidado de los neonatos durante los primeros días de vida y en 2007, tras dos años de trabajo, se aprueba un documento titulado “Estrategia de atención al parto normal en el sistema nacional de salud”. La atención al nacimiento precisaba una atención urgente, y por eso fue el objetivo prioritario, pero posteriormente se fue desarrollando toda una estrategia nacional de salud sexual y reproductiva, que abarcaba también el puerperio y la atención neonatal.

El documento aprobado en 2007 sentaba las bases de las nuevas prácticas que debían ser implementadas por los profesionales sanitarios en las maternidades, impulsando una renovación conceptual de todo el proceso de embarazo, parto y postparto. No se trataba de desandar el camino recorrido, pero sí de volver al principio de que el embarazo y el nacimiento son procesos fisiológicos en los que sólo se debe intervenir para corregir desviaciones de la normalidad, y otorgar a la gestante un papel protagonista alejado de la etiqueta de paciente enferma.

El cambio

Podemos decir que ese documento marca el inicio de un cambio. Más allá de los detalles concretos, el cambio más importante a mi juicio es el conceptual: poner a la mujer en el centro –donde le corresponde-, favorecer la confianza, la seguridad y la intimidad, respetar su privacidad y su dignidad, escuchar sus opiniones y preferencias y hacerla partícipe en la toma de decisiones. Surge una herramienta bautizada como “plan de parto”, un documento en el que la embarazada plasma sus decisiones y preferencias en múltiples aspectos que tienen que ver con los procedimientos, la información, las actuaciones, el entorno… que rodean el momento del nacimiento, el puerperio precoz y la atención al recién nacido, de modo libre e informado, por supuesto dentro de un marco de seguridad y calidad en la atención.

La actualidad…y el futuro

En la actualidad, muchos servicios de salud y centros sanitarios han desarrollado sus propios documentos de plan de parto. El Sergas dispone del suyo (Plan departo y nacimiento, actualizado en 2017). Sin embargo, en mi opinión no ha llegado a alcanzar el peso específico que pretendía tener. Una gestante que elabora su plan de parto es una mujer informada, consciente y activa, que quiere ser escuchada y asesorada, que quiere participar en el proceso, tomar sus propias decisiones y ser respetada.

¿Qué dificultades (entre otras) encuentran las gestantes en esta tesitura?

El primer escollo es dónde y a quién entregar ese documento. Las políticas sanitarias no siempre dotan los recursos adecuados para llevarlas a cabo y este es un ejemplo. Sería recomendable que el sistema sanitario contemplara la posibilidad de que las gestantes puedan visitar el centro en el que va a nacer su bebé y tener una entrevista con las matronas del mismo para conocer de cerca los recursos, el entorno y la filosofía de trabajo del centro, y en base a ello, elaborar su plan de parto sintiendo que ciertamente sus decisiones y preferencias son escuchadas y tenidas en cuenta.

El segundo obstáculo es ser consideradas un peligro por expresar cómo y con quién les gustaría vivir la experiencia. En ocasiones, más que un documento de consenso entre la gestante y el profesional-centro sanitario, el plan de parto se interpreta como un desafío o una amenaza.

A pesar de estas dificultades, siendo conscientes de que hemos avanzado mucho, pero también de que aún nos queda por mejorar, todas las embarazadas deberían diseñar su plan de parto y solicitar ser escuchadas e informadas en el centro en el que va a nacer su hijo/a. Por su parte, los/as profesionales sanitarios deberían demandar un espacio y un tiempo específico para atender esta actividad. Con ello, estarán luchando juntos por los derechos de las gestantes y sus hijos/as en el presente y allanando el camino para que esta actividad sea incluida dentro de la asistencia prenatal habitual del futuro.