Mércores, 11 Decembro de 2024

Treinta otoños tiene mi amor

Último domingo del mes y cada vez más cerca de la Navidad, aunque en Vigo ya la tenemos muy presente desde hace una semana gracias a las más de diez millones de luces led que iluminan la ciudad.

El mes pasado os decía que la publicación de este mes la haría desde un piso más arriba y, efectivamente, la escribo desde una categoría superior, con unos treinta otoños muy presentes que me han llevado a hacer una publicación dedicada a ellos, reflexionando en lo que este supuesto cambio supone para mí.

Si algo he aprendido estos últimos años es a saber decir “no”, a alejar de mi vida a personas que no suman y a tener muy claro lo que no quiero (a todos los niveles). Respecto a lo que quiero, una vez hecho el paso anterior es mucho más fácil identificarlo y ponerse a ello, pero sin duda lo que siempre buscaré será ser feliz, querer bien e intentar dar siempre lo mejor de mí, aún sabiendo que no todo lo que venga de vuelta será bueno, pero al menos me habré quedado tranquila intentándolo.

Si os soy sincera, cumplir esta cifra no es para nada como me lo imaginaba cuando era adolescente. Me veía ya casada, con hijos, con trabajo estable e hipotecada para poder pagar la casa de mis sueños. También es verdad que imaginaba que los treinta serían de otra manera, e incluso los veinte, pero creo que cuanto más vivo, más aprendo y más me quiero alejar de esa vida soñada. La sociedad y el mundo que nos rodea nos orientan, aunque cada vez menos, (Disney también ha hecho mucho daño con sus príncipes azules) hacia una vida pautada en la que ir cumpliendo años implica tener que ir haciendo “check” en determinados aspectos de tu vida que te conducirán hacia una supuesta vida plena y feliz. ¿Vida plena y feliz por cumplir unas expectativas de lo que se espera de ti y de tu persona? Ir cumpliendo años nos tiene que hacer felices sin crearnos ningún tipo de presión. Hemos de vivir la vida cumpliendo los hitos que nosotros mismos nos pongamos porque solo vamos a vivir una vez y es una pena malgastarla sintiéndonos vacíos y sin un fin claro por el que levantarnos cada mañana. Además de que los años y el espíritu no van de la mano, ¿A cuántas “personas mayores” conocemos con una vitalidad aplastante que nos demuestran que cumplir años es solo un número y que la juventud la llevan dentro? Pues tenemos que quedarnos con eso y pensar que no todo es como se empieza. De hecho, el otro día leí esta frase y no puede tener más razón: “Cuidado con las vueltas que da la vida”.

Por favor, vivamos más el hoy, busquemos la felicidad y no juzguemos. Nunca sabemos cuantas piedras lleva ni lo que pesa la mochila de quien tenemos al lado.

Y con esto y un bizcocho nos vemos el mes que viene y, recordad, portaos bien porque en breve viene Papá Noel.