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Martes, 19 de Marzo de 2024
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    HomeColaboraciónsCuando sube la mareaO Morrazo e O Salnés, éxito asegurado

    O Morrazo e O Salnés, éxito asegurado

    Con motivo del día de la patria gallega esta publicación está dedicada a nuestra mágica tierra. “Miña terra galega, donde el cielo es siempre gris” cantaba Siniestro Total allá por los 80. Nuestro cielo será gris, señores, pero gracias a ello tenemos unos paisajes espectaculares que todos los que nos visitan se quedan con ganas de repetir. De ahí el artículo de hoy, mis aventuras del fin de semana pasado en territorio gallego. Buena gastronomía, espectaculares paisajes y excelente compañía.

    El pasado fin de semana, mientras disfrutaba de un soleado día en la playa Pragueira, leí en el Instagram de La Vecina Rubia una frase que decía: “Una terapia de chiringuito en la playa con amigas te reinicia la vida”. Desde luego, no puedo estar más de acuerdo con ella y confirmo que el finde pasado los chiringuitos fueron la mejor medicina para la desconexión.

    Lo bien que nos lo pasamos y la cantidad de cosas que hicimos fueron el resultado de unos días muy bien aprovechados y organizados que nos ayudaron a desconectar de la rutina. Así que hoy os dejo un resumen de esos tres días para que toméis nota de sitios molones sin salir de la provincia.

    Comenzamos:

    El viernes llegamos a Marín a última hora ya directas para disfrutar de una cena en la terraza de La Huerta de la Abuela. Allí saboreamos unos platos deliciosos a la vez que veíamos el concierto del maravilloso grupo venezolano “Los Coleguitas”; se celebraban las fiestas del Carmen en Marín y había múltiples eventos a lo largo del fin de semana. Nos lo pasamos genial, sentimos un poquito de normalidad disfrutando cada una de las canciones y bailando al son de su música. Finalizado el concierto, sobre la 1 de la madrugada, pusimos punto y final a la noche para irnos a dormir y comenzar el sábado cargadas de energía.

    El sábado comenzó con un solazo colándose a través de las persianas y augurando un día de calor y ausencia de nubes. Así que, tras un delicioso desayuno casero, nos dirigimos a la playa Pragueira. Eso sí, nos esperaba un atasco de manual. Está claro que en los días de calor todos llevamos la misma dirección (tendríamos que haber madrugado más), pero las ganas de llegar y el ritmo de una buena música hicieron que el tiempo se nos pasase rápido… Una vez allí, disfrutamos de esos pequeños placeres que nos ofrece la vida: paseos por la orilla, esos baños que duran segundos para escapar de las gélidas aguas y, para rematar, una ensalada de pasta exquisita que degustamos entre risas y conversaciones de amigas que, si bien no arreglan en mundo, sin duda te hacen más feliz.

    Una vez vista la puesta de sol, nos dirigimos al chiringuito Bico Beach que se encuentra en la misma playa (nuestros estómagos ya estaban saboreando una buena cena). Allí, junto con unos mojitos, nachos, tacos y hamburguesas disfrutamos de una velada maravillosa viendo el atardecer y al ritmo de una música chill. En este momento es cuando el gallego saca su chaqueta, jersey o sudadera y hace uso de ella; en Galicia todos sabemos que, cuando se va el sol, refresca.

    Finalizada la cena, nos parecía una retirada demasiado temprana irnos ya para casa, así que pusimos rumbo a La Arrocería de la Lanzada y allí nos adjudicamos una mesa ubicada entre la barra y el DJ (chicas estrategas en todo momento, nunca sabes cuando vas a querer tomarte un mojito o pedir que pongan la canción favorita de tu amiga). Y así, al ritmo de la música y con canciones de ese reggaetón antiguo que los millenial tan bien conocemos, volvimos a sentir un poquito de normalidad (bailar alrededor de una mesa, con mascarilla y con distancia de metro y medio, nunca habría pensado que me podía hacer tan feliz). Una vez terminada la sesión DJ a la 1,00 h, como Cenicienta a las 12, pusimos rumbo de nuevo a Marín. Nos quedaba otro día de playa para broncearnos y había que estar bien descansadas.

    Domingo, once de la mañana y ni un rayito de sol. Consecuentemente, alargamos el desayuno y este acabó convirtiéndose en un brunch de categoría (un piscolabis para los de antes). Quisimos ser positivas, “a las dos de la tarde sale el sol” nos repetíamos. A esa hora estábamos tomando un café en el chiringuito Arrieiro en la Playa de Lapamán (me encantó la decoración de este local tan especial), aunque nos faltase el cielo azul y un poquito de calor para disfrutarlo todavía más. Posteriormente y todavía con la esperanza de que se disipasen las nubes, disfrutamos de una jornada de playa y sudadera. Hinchamos la tabla de paddle surf y mis amigas estuvieron probándola. Yo, como buena friolera, no contemplé la opción de meter un dedo en el agua sin Lorenzo presente.

    Ya avanzada la tarde, pusimos rumbo a Bueu. Paseamos, visitamos la tienda de ropa y decoración Pick Banda y tomamos algo haciendo hambre para disfrutar a las 20:00 de una cena en O Farol. ¡Maravilla de pizzas! ¡Nos supieron a gloria! Al terminar nos dimos un abrazo “free covid” y nos despedimos de la amiga que nos hizo de huésped durante estos días. (Gracias por todo, Ichi. Gracias a ti queremos mudarnos a O Morrazo).

    A las 23:00 estábamos en Vigo con mucho sueño y cansancio, pero con una sonrisa de oreja a oreja después de haber disfrutado de un fin de semana de amigas tan fantástico.

    ¡Feliz domingo y feliz día de Galicia!