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Xoves, 25 de Abril de 2024
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    Vacunas covid-19, de lunes a viernes

    Hace aproximadamente un año que se notificaron los primeros casos de neumonía atípica de etiología desconocida en la ciudad china de Wuhan. Semanas más tarde, en marzo, ante la detección de múltiples casos fuera de China, la OMS declaraba la alerta mundial y elevaba el coronavirus Covid-19 a la categoría de pandemia. Ya en aquella declaración del 11 de marzo, el director general de la OMS se mostraba preocupado, entre otras cosas, por la inacción de los gobiernos frente a las señales evidentes de crecimiento y descontrol de contagios.

    Pues desde ese toque de atención que Tedros Ghebreyesus emitía a los gobiernos por su inacción hasta hoy, no parece que hayamos aprendido mucho.

    Por aquel entonces comenzamos varias carreras frenéticas: los médicos trataban de descubrir signos, síntomas, evolución, tratamientos…las autoridades sanitarias intentaban elaborar medidas de protección colectiva al amparo de consejos de comités de expertos …la población actualizaba las normas que emitía el gobierno y seguía sus recomendaciones, obligaciones y prohibiciones…y la industria farmacéutica iniciaba la más esperanzadora, la de la búsqueda de una vacuna. Creo que todos entendemos que cierto caos reinase en aquellos momentos, no en vano era la primera vez que nos enfrentábamos a algo así.

    Aunque las vacunas han sido desarrolladas en un tiempo récord, las autoridades han tenido muchos meses para ir recibiendo información de los avances que se producían en los ensayos clínicos, más teniendo en cuenta que ya tenían comprometida la compra de millones de dosis. En este escenario era básico anticipar la logística necesaria: recepción, almacenamiento, distribución y administración de las vacunas. Según hemos ido sabiendo, no todas las vacunas se conservan a la misma temperatura, ni son viables el mismo tiempo tras su descongelación. Las dosis de recuerdo también tienen su rango de días recomendado y la forma en que se reconstituyen los viales dependen de cada laboratorio. Todo esto que nosotros sabemos ahora, las autoridades sanitarias debían conocerlo desde hace semanas. Esta complejidad hace preciso que las enfermeras y enfermeros que administren este medicamento deban recibir un periodo formativo específico para impedir que falle el último eslabón de esta larga cadena.

    Con el personal formado, resta establecer el orden de prioridad en la población a vacunar y conocer el número de dosis que se van a recibir por semana, para saber dónde, cuándo, quién y cómo se va a llevar a cabo esta campaña masiva de vacunación. No estoy diciendo que sea una tarea sencilla, la organización de toda esta cadena debe ser muy compleja, estoy diciendo que llevamos meses preparándonos para ella.

    Tras la primera semana, según datos que aportan las CC.AA. y el Ministerio de Sanidad, se han administrado, de media, aproximadamente un 20 % de las dosis recibidas. Unas comunidades han administrado más del 50 % respecto al total recibido y otras menos del 10 %, unas guardan un stock para una dosis de recuerdo, otras otro.

    Me recuerda a las múltiples y cambiantes “recomendaciones” que los gobiernos y autoridades de cada comunidad o municipio fueron anunciando en diciembre para afrontar la Navidad de forma “segura”. En estas semanas es posible que veamos el incremento de contagios e

    ingresos derivados de esa Navidad, en una tercera ola que todos presagiaban pero que nadie se atrevió a parar de forma decidida.

    Sólo pido que a partir de ahora no perdamos el tiempo, sumemos esfuerzos, planifiquemos y pongamos los recursos necesarios para vacunar. Tiempo equivale a contagios, contagios a ingresos. Y los ingresos suponen fallecidos. Y una cosa más: para colocar las vacunas no hay días festivos, todos son laborales. Una vez diseñada la estrategia (no lo hace mejor quien gasta el 100% de las dosis sin prever las de recuerdo, o quien no deja un stock para una posible contingencia en la distribución) hay que llevar un ritmo constante, una velocidad de crucero. Sólo así conseguiremos avanzar en esta tarea titánica. Que no haya otro “toque de atención” por la inacción un año después del primero.