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Sábado, 20 de Abril de 2024
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    Diego Vasallo, una mente inquieta

    Hablar de Diego Vasallo, no es hablar de una parte de Duncan Dhu, es hablar de una parte muy importante del Pop en España. Del Pop, de la electrónica (Cabaret Pop) y ahora del rock de raíz. Dicho de otro modo, es hablar de una mente inquieta pero siempre llena de buenas ideas (y canciones). Charlamos con él.

    Las Rutas desiertas es tu último álbum. Blues áspero y voz rota. ¿Hay mucho polvo en tus zapatos para componer este disco o solo son sueños que cumplir?
    Los discos creo que son el resultado de todo lo vivido hasta entonces. Cuando te enfrentas a nuevas canciones vas tirando de recuerdos, experiencias, imágenes, todo el material que vamos acumulando y que sale por algún sitio cuando te pones a escribir. También en las grabaciones se utiliza todo lo aprendido, todo lo experimentado, incluso los errores sirven para cambiar cosas, modelos, formas de trabajar. En la grabación de discos se va aprendiendo sobre la marcha, intentando corregir lo que no te convence de otros trabajos, y arriesgando, siempre.

    Tu facilidad para componer es pasmosa. Aún recuerdo como en el Autobiografía de Duncan Dhu, entre tu y Mikel, compusisteis 30 canciones ¡y ninguna mala! ¿Cuál es el secreto para componer tanto y no desfallecer en el intento?
    Cada vez tardo más en escribir canciones. Ya no salen con esa facilidad, quizás porque hay una exigencia mayor, sobre todo en los textos. Cuando termino un disco siempre me parece que no habrá más canciones, que la fuente se ha agotado. El peor momento de un nuevo trabajo es cuando empiezas, y ves que te cuesta arrancar; en ese momento siempre creo que no seré capaz de escribir un nuevo puñado de canciones que conformen un disco. Sigo pensando que es una especie de milagro que surjan las canciones, realmente no sé de dónde salen. Cada nuevo disco es una confrontación con el vacío, con la nada, desde donde tienen que surgir las canciones. Me sigo asombrando cada vez que ocurre.

    Con Cabaret Pop te adentraste en la electrónica. ¿Cuál fue el motivo? ¿Habrá alguna vez un nuevo capítulo de esta aventura?
    El motivo fue la experimentación. Y también que en esa época empecé a escuchar mucha música de baile y electrónica. También sonidos sampleados, loops y ese tipo de cosas. Quise probar si era capaz de hacer música con esos elementos, fue una especie de reto. Pero enseguida el sonido fue evolucionando hacia texturas más clásicas del rock y también del soul. Escuchaba mucha música negra en aquella época. Cabaret Pop fue como un traje que me puse, por eso no firmaba con mi nombre, era como una especie de personaje creado a medida.

    En las Rutas desiertas te has rodeado de unos músicos excepcionales. ¿Hay química a la hora de la elección o solo profesionalidad?
    Tiene que haber química sin duda, pero no solo personal, sino sobre todo musical. Si los músicos no entienden el lenguaje con el que quiero expresar las nuevas canciones no hay nada que hacer. Tienen que ser músicos que capten la idea, que se muevan cómodos en esos espacios musicales y que tengan un bagaje en ese sentido. A veces me ha ocurrido que al tocar con músicos de alto nivel pero provenientes de otro tipo de cultura musical, la cosa no funciona, hace falta hablar de lo mismo cuando te pones a tocar, compartir influencias, habla el mismo idioma musical.

    ¿Cómo estáis viviendo los músicos esta pandemia?
    Con resignación, tristeza, impotencia. Es un completo desastre para esta profesión, también para muchas otras, por supuesto. Lo que más duele es ver que se gestiona tan mal, que los que están al mando siguen con sus juegos políticos que no nos interesan nada, y no solucionan los problemas, al contrario, los agravan. No hay la humildad suficiente para aprender de los países que lo hacen mejor, es patético. Y por esa razón me temo que España va a salir tarde y mal de todo esto. Nos va a repercutir a todos, y nos va a costar sacar la cabeza. Creo que se les debería pedir cuentas a los que han gestionado esto, deberíamos exigir responsabilidades. No han hecho los deberes que les pedían los expertos sanitarios. Es la hora de la ciencia, no de el politiqueo.

    Un compositor usa sus canciones para quejarse, enamorar, reírse, llorar… ¿Qué te falta por gritar en tu próxima composición?
    Realmente no es que falte nada, las canciones ni siquiera son necesarias. Pero hay como una especie de motor que te lleva a escribir, una y otra vez, sin saber por qué. En realidad podrían ser pequeñas partes de una misma canción que abarque toda la obra de un músico. Yo vuelvo siempre a los mismos temas, por otra parte universales y eternos: el paso del tiempo, los recuerdos, los sueños, el amor, la culpa…Son inagotables, en realidad todo el arte se compone de muy pocos materiales, es la mirada, la forma, las maneras de expresarlo, lo que hacen que una obra sea grande.

    © Manuel Lemos Muradás 2019