13 C
Pontevedra
Martes, 19 de Marzo de 2024
Máis
    HomeColaboraciónsLetras y NúmerosEl futuro de las pensiones

    El futuro de las pensiones

    Acabamos de celebrar las cuartas elecciones en 4 años. Durante los últimos meses hemos visto a dirigentes de uno y otro signo recorrer el país de un extremo a otro y enumerar las más variadas promesas sobre economía, empleo, impuestos, educación, igualdad, ecología y un largo etcétera. Y siento decirlo así de claro, pero es perfectamente comprensible la desconfianza generalizada que existe hacia nuestros representantes públicos.

    Por desgracia, más parecen vendedores sin escrúpulos o niños escribiendo cartas a los Reyes Magos, que aspirantes a presidir el gobierno. Lo de vendedores viene a cuento de que nunca escucharán a un líder político, dar malas noticias sea cual sea la realidad. Se dirigen a su público más fiel y sólo dicen aquello que sus incondicionales quieren escuchar. Lo de los niños y los Reyes Magos es tal cual. Las promesas que hacen, rara vez entran en detalles y por supuesto, nunca vienen acompañadas de una memoria económica, que explique como se van a hacer y sobre todo, como se van a financiar. Para desgracia de este país, tenemos políticos que siguen en la infancia y parecen creer, que basta con desear algo para que se haga realidad.

    “…las pensiones hoy en día, se encuentran sometidas a un doble problema, al que o se le empieza a dar respuesta pronto, o es posible que acabe con el sistema público de pensiones en los próximos 15 o 20 años”

    El caso de las pensiones es uno de los preferidos por nuestros dirigentes políticos. Hemos oído a algunos decir, que ellos son la única garantía para que se mantengan, a otros que hay que revalorizarlas según el IPC; que hay que hacerlas crecer hasta el infinito y más allá e incluso que hay que privatizarlas. Pero por lo menos yo, aun no he escuchado a ningún candidato hacer un análisis, que merezca tal nombre y explicar como piensa financiar esas medidas, sean las que sean. Así que olvidémonos por un rato de los políticos, aterrizemos en el planeta Tierra, más concretamente en el hemisferio occidental y veamos cual es la realidad.

    En el conjunto de la Unión Europea las pensiones hoy en día, se encuentran sometidas a un doble problema, al que o se le empieza a dar respuesta pronto, o es posible que acabe con el sistema público de pensiones en los próximos 15 o 20 años.

    En primer lugar un envejecimiento masivo de la población. Si cada vez hay más jubilados y viven más tiempo, el gasto como es lógico, será mayor. Los mayores de 65 años han pasado de ser el 12 % en 1980, al 19 % en 2017 y continúan creciendo. El punto álgido se espera para dentro de diez o quince años, cuando se empieze a jubilar la generación del baby boom, que nació en la década de los 60.

    En segundo lugar, la UE se ha construído sobre la libre circulación de capitales, mercancias y trabajadores, pero no sobre la armonización fiscal. Este desequilibrio permite que los sectores más ricos de la sociedad, pueden desplazar su dinero a aquellos lugares de la UE donde se tributa menos y eludir el pago de los impuestos, en el país en el que residen y en el que hacen negocios. Esto se ha traducido en dos consecuencias muy graves. En primer lugar en una pérdida de capacidad recaudatoria, ya que los que más tienen, no pagan lo que les corresponde. En segundo lugar, en una pérdida de equidad. Como sólo pagan impuestos los que tienen una nómina o un pequeño negocio, la redistribución de la riqueza es menor, ya que se realiza exclusivamente de la clase media, que es la que cotiza, hacia los sectores más pobres y marginales de la sociedad.

    En el caso de España, a estos dos problemas que comparte con el conjunto de Europa, hay que añadirle otros dos, que si bien no son exclusivos, si que sólo compartimos con los países más pobres de nuestro entorno y que son los siguientes:

    Una tasa estructural de paro altísima, que nunca, ni en los mejores tiempos ha bajado del 8% y que es bastante habitual, que se mueva entre el 13 % y el 15 %.

    En segundo lugar, la caída de unos salarios que ya eran bajoscomparados con otros países, porque están basados en un modelo productivo de poco valor añadido, a un nivel todavía peor. Hace unos años, un mileurista era lo más bajo que había. Hoy en día se le ve como un privilegiado. Dado que las cotizaciones sociales son un porcentaje del salario, cuanto más bajos sean estos, menos se recauda; lo que unido al creciente número de pensionistas, agrava la situación financiera del sistema.

    La solución ideal a estos problemas pasaría porque se produjese una armonización fiscal de los impuestos directos en la UE, de forma que se instaurase un tipo mínimo, tanto en IRPF, como en Sociedades, que evitase la competencia entre estados. Pero dado que este es un tema que no está sobre la mesa de los dirigentes, no es de esperar que se produzcan novedades en los próximos años. En consecuencia, el sistema seguirá apoyándose sobre los mismos de siempre. Con una diferencia; si cada vez hay más mayores y menos trabajadores, que además ganan menos dinero; cada año que pase, la carga será un poco más pesada.

    Por supuesto existen soluciones parciales, que podrían servir de parche temporal, y que a grosso modo, pasarían por las siguientes pautas:

    1. Subir los impuestos nacionales, bien directos o indirectos y destinar su recaudación a las pensiones. El problema es que terminarían por pagar los de siempre, los asalariados y los pequeños negocios, mientras las grandes fortunas y las corporaciones escaparían a su pago. El resultado: Una clase media cada vez más pobre, que se ve obligada a mantener a los que son más pobres que ella.
    2. Emitir deuda pública. Aquí nos encontramos con varios problemas. El primero es que ya debemos bastante. De hecho, debemos lo que producimos en un año. El segundo es que cuando debes algo, dependes de la confianza del que te ha prestado y esta, suele ser muy volatil. El tercero y último es que la deuda pública es algo que le endosas a las generaciones futuras,unas generaciones, que no han podido decidir sobre la cuestión.
    3. Crear nuevos impuestos como la Tasa Google, o la ITF o Tasa Tobin. El problema de este tipo de impuestos es que tienen mucho poder recaudatorio en areas grandes. Son impuestos que podrían funcionar muy bien si se aplican a nivel de USA, la Unión Europea o China, o incluso mejor, todos ellos juntos. Pero sinceramente, es muy complicado que puedan funcionar aisladamente, en un pequeño país del tamaño de España. Como ven, de nuevo nos encontramos con el mismo problema de siempre: La falta de armonización fiscal en Europa.
    4. Redistribuir el gasto público y destinar más dinero a pensiones. El problema es que en la actualidad, las pensiones ya suponen el 41% de los Presupuestos del Estado y continúan creciendo. Destinar más dinero a pensiones, con la merma de ingresos que hay supone dedicar menos a otras partidas igualmente importantes, como la sanidad, la educación o las infraestructuras. Aquí hay una cuestión de elección, que nuestros políticos deben debatir y valorar.

    De cosas como estas se supone, que es de lo que tendrían que estar hablando nuestros dirigentes políticos. En lugar de eso, los vemos lanzar palabras al viento e indignarse por cuestiones inútiles, que no preocupan a nadie, excepto a ellos y a la pequeña corte de privilegiados que les rodea. Me pregunto si en esta ocasión habrán aprendido la lección. La respuesta, en breves meses.